Un pequeño y remoto archipiélago formado por 27 diminutas islas situadas a más de 2.000 kilómetros de las costas de Australia se ha convertido en uno de los destinos de la basura que flota en el océano y en un ejemplo de lo que podría suceder en muchas otras costas del planeta. Según un estudio publicado en la revista Scientific Reports, los poco menos de 0,6 kilómetros cuadrados de playas de estas pequeñas y casi deshabitadas islas están cubiertos por más de 400 millones de piezas de desechos de origen humano, incluidos plásticos, espuma, metal y vidrio, con un peso total estimado de 238 toneladas.
El estudio se llevó a cabo en 25 playas de las siete islas principales, que representan el 88% de los poco más de 14 kilómetros cuadrados de este archipiélago, una superficie más de 500 veces menor que la de Islas Canarias. Según los autores del estudio, debido a que hay pocas fuentes locales de contaminación y poca interferencia humana, la población local es de poco más de 100 habitantes, este tipo de islas remotas “pueden actuar como monitores de la contaminación marina, proporcionando una visión única de las tendencias de acumulación de escombros”.